Por Carlos Eduardo Guedea Guerrero el 18-05-2025
Y se quedó solo, sin nadie más en el infierno. Volvió a ver el cielo y sus ojos se le quemaron. Sus alas, las más grandes y bellas de la creación, las había perdido para siempre, regresar era imposible. Sus huestes aniquiladas quedaron y se sentó en una roca a esperar por la eternidad.